De chico,
Juancito jugaba con un prisma triangular de vidrio. Lo ponía ante sus ojos como
lentes y caminaba cuesta abajo por toda la casa. Para subir daba vuelta el
cristal.
Cuidado, Juancito es raro.
La Olguita corría por toda la casa
también, pero sin prisma.
La Vieja, nadie se acuerda si abuela o qué, se reía
desde el sillón cada vez que la Olguita pasaba, y le gritaba en quichua:
“¡ XxxXX! ¡XXXx!”
Total
desconocimiento del idioma.
No hablemos del personal de limpieza:
las muchachas. Hacen cosas.
El Jardín de uno empieza donde terminan
los juegos del otro…no. O es al revés.
De noche la casa era distinta. Olguita
y Juancito veían llegar a Pelog que ponía a prueba la hospitalidad de su
hermana la Grande.
Secretos.
Jugar de noche era todo un tema. El
cielo vestido de cana no da tregua.
“¡Callesén y vayan a dormir que mañana
tengo que trabajar!”
Declaración
de principios.
Adentro. Si tengo miedo, rezo. Si tengo
Dios, tengo miedo.