sábado, 12 de octubre de 2013

La banda tributo: reproducción o re-producción musical




En un contexto como el de mi provincia, donde las manifestaciones artísticas en general están empezando a tener lugar y difusión, de forma lenta pero efectiva –y roguemos que perdurable-, se presenta una cuestión que nos remite a los fundamentos del arte. En nuestro medio, ante una producción variada de obras artísticas, se suele cometer la torpeza de eludir todo tipo de actividad crítica con esas producciones. Para ser más precisos, ¿todo lo que la juventud escribe con aspiraciones literarias “está bueno”? ¿Por qué está bueno todo? ¿Toda la música producida es en estos tiempos es admitida sin más cuestionamientos?
Desde la música me interesa particularmente una discusión que divide las aguas en este ámbito. Estamos en una época prolífera de “bandas tributo”. El término en sí sugiere –obviamente- que las bandas que se autodenominan “de tributo”, realizan un homenaje a un artista determinado, reproduciendo su música. En nuestro ámbito local tenemos bastantes ejemplos de estas bandas signadas por esta condición. La inquietud que surge respecto de esta forma de trabajar la música es acerca de cuán dignas de valoración son las bandas de tributo. Existe cierta tensión entre los músicos que ejercen la música “prestada” de otros artistas y llevan adelante bandas de tributo, y los que producen sus propios temas.
La actividad del músico de tributo se encasilla en la reproducción precisa de las canciones de algún artista. El mérito es grande si consideramos la complejidad de la música que se intenta reproducir. Pero, ¿no es esto solamente una mera actividad memorística, o de simple lectura de algo ya escrito e inmutable? Esto nos permite considerar que aquellos que ejercen este tipo de actividad musical, son solamente músicos de oficio.
De tal manera, el término “banda tributo” gana cierto carácter peyorativo y de desprestigio entre los músicos, por lo que es común escuchar “esos no son músicos” en referencia a las bandas tributo.
¿No resultaría más conveniente rendir el homenaje buscado, no reproduciendo exactamente la música del artista que admiramos, sino reescribiendo la canción, aportando nuestra perspectiva personal, nuestros propios conocimientos musicales?
Si uno revisa la discografía de muchas bandas –a nivel nacional, e internacional- se encontrará tarde o temprano con la “reversión” de un tema de otro artista. Pongamos ejemplos: Soda Stereo versiona el tema “Trátame suavemente” de Virus. La Renga nos sacude con una versión pesada de “Hey Hey My My” (Neil Young). Charly García da cuenta de una excentricidad sonora en “Ticket to ride”. A nivel provincial, Pirámide de Paranoia se anima con “Mejor no hablar de ciertas cosas” de Sumo…y así podemos armar un extenso catálogo. El punto es el siguiente: el tributo u homenaje siempre está presente en el músico que, en el camino de su propia producción artística mira de vez en cuando hacia arriba, a sus artistas mentores, y re-produce alguna canción del repertorio admirado.
Por lo cual quedaría clara la distancia que se establece entre quienes dedican su actividad a la mera reproducción de la música de otros con la bandera de “banda tributo” y los que, produciendo música nueva, tributan y homenajean revolviendo un poco el caudal de canciones, y aportan una nueva visión de los temas.
Esto nos sugiere indagar cuál de los dos grupos sería realmente el artista más genuino. Lo que sí podemos aseverar, es que encabezar una banda tributo no pareciera ser la mejor carta de presentación en el ámbito musical…

Para ilustrar este artículo, dejo el enlace de la siguiente entrada: