Versame los halagos de tus dedos, tres inhábiles como momias
y durame su mismo tiempo:
dentame.
Se cuelgan de tus hombros, los que siempre eternos,
y dulces son sus bodrios vómitos, ocultos poderes…
sibilame.
Toda su cara, fea cariátide calcárea.
Tu simiente en su panza, si miente,
labiodentame.
Y trabá bien la puerta, cuadrúmano,
que no hay caraunas en toda Camandi,
africame.
Que verseo qué versátil ¿qué versiculas?
vigilá, el piso, el cielo y la alfombra.
Ocluíme.
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